En el artículo anterior hemos hablado sobre si existe o no el concepto de “talento emprendedor” y cuales son las tres fases por las que atraviesa una persona con dicho talento. Si te lo perdiste, aquí lo tienes.
Hoy toca hablar de qué podemos hacer para activar, potenciar y mejorar cada una de esas fases.
Empecemos por la primera de ella:
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Poseer el talento emprendedor
Parece claro y evidente que el talento se posee o no se posee. Y, como en tantas cosas que vienen en nuestro ADN, no podemos modificarlas a nuestro gusto. Dejaremos este apartado a los expertos en genética, que nos digan si se puede hacer algo para mejorar o no. Yo, sinceramente, no me siento capaz.
Pasamos a la segunda fase:
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Descubrir el talento emprendedor
Aquí sí que me atrevo a hacer mis aportaciones y me explico. El talento se puede descubrir en todas las etapas de la vida, desde la infancia, la juventud, pasando por la madurez, hasta la tercera y cuarta edad. Pero que duda cabe que cuanto antes descubramos nuestro talento, antes seremos capaces de explotarlo. Por lo tanto, opino que debemos crear estrategias para descubrir el talento emprendedor desde las fases más tempranas.
Y es ahora donde llega mi principal reivindicación y es que el talento emprendedor debe tener en nuestra sociedad, nuestro entorno educativo, el mismo rango que, por ejemplo, el talento deportivo o el talento musical.
Esta estrategia de incluir el fomento y la búsqueda del talento emprendedor desde los colegios debería tener un doble enfoque:
En primer lugar, desde la transversalidad del desarrollo curricular en nuestra educación. Igual que tenemos asignaturas de gimnasia o música. ¿Por qué no tenemos una asignatura de emprendimiento en nuestra educación escolar? ¿Es que no es igual de importante? Existen tímidas experiencias en algunos colegios, que están dando sus frutos pero todavía queda mucho camino por recorrer. Incluir este tipo de materias haría, sin duda, que se despertaran más vocaciones entre las nuevas generaciones.
En segundo lugar, desde la opción extracurricular. Vemos como la oferta de actividades extraescolares se centra en materias muy importantes como el deporte, los idiomas o la música, pero es prácticamente residual las opciones que de dan al fomento del emprendimiento desde los colegios. No existen demasiadas experiencias en este ámbito.
Merecen ser mencionadas iniciativas pioneras como EmprendeKids de Rosa Poo porque son todo un ejemplo. Ojalá consigamos que se extienda a otros entornos o lugares.
A los emprendedores, por lo general, nos encanta contar lo que hacemos. Si hubiese una vía o fórmula para comunicar nuestras iniciativas al ámbito escolar seguro que habría muchos emprendedores encantados de colaborar.
El mundo de la empresa y el educativo, sobre todo en las etapas de ESO y Bachiller, han estado tradicionalmente en las antípodas. Ya va siendo hora de que empecemos a acercarnos más unos a otros e implementar estas nuevas vías de colaboración. Nos estamos jugando toda una nueva generación de emprendedores.
En el tercer artículo hablaremos sobre cómo hacer explotar el talento emprendedor.
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